En todo nos manifestamos. En la forma de movernos y hacia donde nos movemos. Con la caligrafía y con lo que escribimos. Con las palabras que utilizamos y como las utilizamos. Con las personas con las que nos relacionamos y como nos relacionamos. Todo habla de nosotros.
Con las expresiones artísticas sucede lo mismo. Son el reflejo de lo que palpita dentro del ser que crea. Las creaciones son espejos que irradian lo que habita en los mundos internos.
Los universos íntimos del ser humano son profundos e intrincados. A la historia de un ser se suman las historias de los que lo preceden y toda esa compleja trama familiar forma parte de cada individuo y lo determina.
Las expresiones artísticas son un camino de autoconocimiento a través del cual se descubre lo que ha de iluminarse para poder seguir caminando. Lo que desconocemos, lo que quedó velado, oculto, lo que no se integró en nuestra vida y en la vida de nuestros ancestros se va a repetir hasta que se integre. Como un mapa de ruta con fragmentos ocultos que necesitan ser descubiertos y ordenados para poder ver el trayecto completo y así transitar el camino del alma.
Centrar la atención en lo que se crea es una herramienta para el creador y para los espectadores. Pudiendo, éstos últimos, descubrir en las creaciones de otros aspectos propios a iluminar.
Expresarnos y observarnos, nos ayuda a comprender y desprogramar lo que nos impide expandirnos. Las expresiones artísticas nos hablan de nosotros, nos cuentan quienes somos. Como los sueños, que reflejan el inconsciente y liberan las cargas.
Por eso juguemos el juego de pintar! Todos podemos jugar con las artes, espontánea, alegre y conscientemente.
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